CRM es la abreviatura de Customer Relationship Management, es decir, la gestión de la relación con los clientes. En este sentido, "cliente" se queda pequeño y debería interpretarse más bien como gestión de contactos en general.
La mayoría de fundadores de startups lo saben: los primeros contactos empresariales se establecen con clientes, con otras startups, con periodistas, proveedores, diseñadores y bancos.
Todo surge de forma natural y en nada y menos uno se encuentra con un lío de correos electrónicos, listas de Excel, citas y calendarios. Ese es el momento en el que debería entrar en juego una CRM.
Se trata de tener centralizada y ordenada en un único lugar toda aquella información de la que se dispone sobre cada uno de los contactos de una empresa.
Ello incluye tanto los datos básicos como nombre, dirección y número de teléfono, pero también los correos electrónicos intercambiados con la persona, tanto los suyos propios como los de sus compañeros.
También se engloba las notas internas, los archivos o los presupuestos. El calendario integrado ofrece información sobre las citas o tareas que hay que realizar con respecto a esa persona en concreto.
El objetivo y la finalidad de este tipo de CRM es estructurar sistemáticamente la relación con los contactos.
Un poco de caos forma parte de las startups y les da su encanto.
Pero perder un pedido importante porque se ha olvidado de contactar con el cliente en el momento crucial o porque la información relevante está guardada casualmente en el correo electrónico de un colega no es nada divertido. En estos casos, lo único que ayuda es un poco de orden.